Una nueva
generación de
músicos está liderando
un resurgimiento de conjunto
en el Valle del Río Grande
Por Cat Cardenas
Fotografías por Christ Chávez
Traducido por Julieta Corpus
Recuerden, esta música cuenta una historia.
Patricia Avila aún puede escuchar a su difunto padre, Reynaldo Avila Sr., recitar el estribillo a ella y a sus hermanos. Sus viajes en carretera con su familia en los años 70 y 80 desde San Benito a México fueron marcados por canciones de los grandes del conjunto—maestros del acordeón y bajo sexto.
A lo largo del camino, los siete miembros de la familia, amontonados en una furgoneta carmesí que ellos llamaban “The Big Red,” Reynaldo pulsaba play en la casetera y los agasajaba con datos divertidos y preguntas: Esta fue la primera canción en usar el bajo eléctrico, ¿pero logran reconocer al acordeonista? “Nos preguntaba sobre el significado de la canción, lo que el cantante intentaba decir, o simple trivia sobre el artista y lo que había logrado,” recuerda Patricia. Para su padre, conjunto no era solo música; era historia.
La familia Avila ha hecho su misión el compartir esa historia por casi 25 años, narrando la evolución e impacto del género en el Texas Conjunto Music Hall of Fame & Museum. Inaugurado por Reynaldo en 2007, el museo es un testimonio a los años que pasó coleccionando los recuerdos musicales que ahora forman parte de una exhibición en San Benito, la pequeña ciudad en el Valle del Río Grande, mejor conocida como la ciudad natal del icono Tejano, Freddy Fender. “Él era toda una enciclopedia ambulante sobre conjunto,” Patricia dice esto de su padre.
Cuando Reynaldo murió en 2019, la familia quería mantener su visión viva, pero la pandemia de Covid19 los forzó a cerrar el museo. Luego, en el 2023, las puertas del histórico Edificio Azteca—una llamativa estructura color crema en forma de barco— reabrió triunfal. En su interior, el pasillo zigzagueante se desborda con exhibiciones documentando los orígenes del género que iniciaron en el Valle desde hace casi un siglo.
Su reapertura resultó ser un momento fortuito, ya que este género experimenta un resurgimiento junto al ámbito más amplio de la música regional mexicana. A lo largo de los últimos años, presentaciones de mexicanos y mexicoamericanos como Peso Pluma, Christian Nodal, Yahritza y Su Esencia, y el mismo grupo del Valle, Grupo Frontera, han infiltrado la corriente dominante, han batido records del mercado convencional, y han actuado en escenarios mundiales. En el sur de Texas, la comunidad se ha esforzado por muchos años para preservar esta música.
Para los Avilas y para muchos otros, conjunto es personal. No es solamente la banda sonora de su niñez, es también un testimonio viviente y palpitante a la cultura mexicoamericana. Existe un orgullo palpable en el hecho de que el género nació aquí en la década de 1930 con músicos tocando en cantinas y salones de baile. Hoy las generaciones que ya vivieron los días de gloria de esta música están invertidas en pasarlo a sus hijos y nietos para garantizar su supervivencia.
Inspirada por estilos arraigados, como el corrido, ranchera, y bolero—así como la polka aportada por los alemanes y los checoslovacos quienes trabajaban en los campos del Valle del Río Grande y en el centro de Texas—conjunto es pariente de la música norteña de México y precursor de Texas Tejano. Ambos utilizan un gran número de instrumentos similares, incluyendo el acordeón, bajo sexto, y batería.
Estos estilos son ramas de este árbol de la música regional mexicana. Tejano, al igual que el rock ’n’ roll, es una mezcla de los géneros que llegaron antes de combinarlos con sonidos más modernos y experimentales. Norteño y conjunto también están estrechamente relacionados. Sus definiciones quizás puedan variar dependiendo a quien le preguntes, o en qué lado de la frontera estás. Sin embargo, hablando en términos generales, norteño enfatiza la interpretación vocal y las armonías, mientras que, en conjunto, el acordeón es siempre la estrella.
Principalmente apoyado por el bajo sexto, una guitarra-bajo de doce cuerdas, conjunto fue la música de la clase obrera mexicoamericana—la antítesis de la música de orquesta que complacía a un público de la alta sociedad. En el libro The Texas-Mexican Conjunto: History of a Working-Class Music escrito por Manuel Peña, Narciso Martínez, el “padre” del género, es citado diciendo, “Conjunto era pa’ la gente pobre, la gente de rancho.”
“Esta música tiene inicios humildes,” dice Patricia, explicando que muchos pioneros de conjunto eran trabajadores migrantes y obreros. “Ellos tenían que perseverar para salir del campo, pero aun cuando lo hacían, querían que su música reflejara sus raíces. Estaban orgullosos de donde venían, y querían que nosotros también lo estuviéramos.”
San Benito, una cuidad tranquila 25 minutos al noreste de Brownsville, es la ciudad natal de conjunto. Historiadores ven a Martinez como el indicado para narrar el origen de su historia. Nacido en 1911 justo al otro lado de la frontera de McAllen, en Reynosa, México, Martinez fue criado en La Paloma, una pequeña comunidad no incorporada en las inmediaciones de San Benito. Pasó su infancia moviéndose por Texas con sus padres y hermano, siguiendo los cultivos, trabajando en los campos. Aunque nunca recibió una educación formal, aprendió por cuenta propia a tocar el acordeón Hohner de dos filas con tal furia que se ganó el sobrenombre de El Huracán del Valle.
Martínez empezó a mezclar las rancheras y polkas que había escuchado toda su vida. Pero no fue hasta que el acordeonista se unió a Santiago Almeida, un músico del bajo sexto de Skidmore, que conjunto comenzó a desarrollar su sonido de marca. A mediados de la década de los treinta, el dueto ya tocaba en Brownsville y Raymondville, eventualmente registrando sesiones de grabaciones maratónicas en RCA’s Bluebird Records en San Antonio. Allí, ellos sacaron a relucir éxitos musicales como, “La Chicharronera,” “La Parrita,” y “Los Coyotes”—música alegre que los tenía reinando en salones de baile y estaciones de radio en Texas.
Aunque actualmente se encuentra sin ubicación, el Centro Cultural de Narciso Martínez también tiene su origen en San Benito. La organización lleva a cabo un festival anual de conjunto en la cercana ciudad de Los Fresnos—el segundo más grande del país después del Festival de Conjunto en San Antonio. El director del centro, Rogelio T. Núñez, le da el crédito a Martínez por crear el formato para música de conjunto. “Él dominaba la escena,” dice Núñez. “Narciso era el músico que otros admiraban y de quien evolucionaron.”
Junto a Martínez vinieron otros artistas como Valerio Longoria, quien añadió voz a un género previamente instrumental, y Tony de la Rosa, quien introdujo un bajo sexto amplificado y bajo. Elevándose a la fama al mismo tiempo que Martínez, Santiago Jiménez de San Antonio introdujo el tololoche (doble bajo) al conjunto. Eventualmente pasó su amor por el acordeón a su hijo, el legendario Leonardo “Flaco” Jiménez, quien fusionó la música de su infancia con música country, rock, y Tejano como parte de los Texas Tornados.
En el auge de conjunto, a finales de los años 40 hasta los años 60, él y otros músicos eran parte de un creciente ecosistema musical Chicano. Con poca inversión de sellos discográficos importantes, Ideal Records y Falcón Records— establecidos en Alice y McAllen respectivamente—se convirtieron en los distribuidores de referencia de música mexicoamericana. Cuando no estaban grabando, ellos se iban de gira, viajando a lugares con audiencias mexicoamericanas en todo el país que habían escuchado su música en “border blasters”—emisoras de radio megavatio a lo largo de la frontera, responsables de la proliferación de conjunto y Tejano.
Reynaldo fue criado en la época de oro musical. Sabiendo que el género había prosperado en su ‘patio trasero’ siempre fue motivo de orgullo. Ya jubilado, visitó Nashville’s Country Music Hall of Fame, donde las exhibiciones sobre Hank Williams y Patsy Cline le recordaban a Flaco Jiménez y a Lydia Mendoza. “Yo pienso que justo allí decidió que regresaría de Nashville a casa y compartiría la historia de conjunto,” dice Patricia. “Él quería que la gente conociera a nuestros músicos y lo que había nacido aquí mismo en San Benito.”
El Texas Conjunto Music Hall of Fame & Museum ha incluido a más de 90 hombres y mujeres, sus retratos van trenzados de un cuarto de exhibición a otro. Incluso el más ávido aficionado a la música Tejana podría encontrarse con rostros que jamás había conocido. Para el hijo de Reynaldo, Joe Avila, ese es el objetivo.
“Freddy Fender y Flaco Jiménez la hicieron en grande. ¿Pero cuánta gente sabe de Martin Zapata o Wally Gonzalez?” pregunta él. “No todos triunfaron, pero en los ojos y oídos de alguien, ellos fueron parte de algo más grande. Sus historias quizás nunca fueron contadas, pero ahora, podemos traer esos recuerdos de nuevo, no solo para los aficionados de la música, pero para que sus nietos y bisnietos los vean.”
Para Patricia, los artículos favoritos del museo son dos prensas de discos de vinilo Finebilt de acero macizo de Ideal Records, donados a su padre en 2001. Durante los finales de los años 40s a los años 60s, estas máquinas fueron responsables por la diseminación de la música de conjunto en los Estados Unidos, México y Centroamérica, imprimiendo hasta1,500 discos al día. La tarde que las trajeron, Patricia recuerda que empezó a lloviznar. “Era mi padre derramando lágrimas de felicidad,” ella dice, “habían regresado justo a donde todo había empezado.”
Jose “Pepe” Maldonado no necesita pasearse por los pasillos del museo para recordar la historia del conjunto. Su fotografía en el Hall of Fame es prueba de que lo vivió.
Siendo hijo de trabajadores migrantes de Rio Grande City, Maldonado trabajó en los campos de algodón junto a sus padres y hermanos cuando era niño. Al cumplir los 13 años, supo que esa vida no era para él. “Quería ser artista,” dice Maldonado, 83. “Así que, fui y lo hice.”
Inicialmente, los padres de Maldonado no aprobaban de su elección. Pero fue persistente, practicando el canto y ensenándose a tocar múltiples instrumentos, incluyendo el acordeón, bajo, y bajo sexto. La música era su sustento, una salida de una vida dura de trabajo manual que su familia había conocido.
A lo largo de los años 50s y los 60s, él se presentó en varios lugares del Valle, tocando canciones como “El Troquero” y “Amorcito Consentido.” En 1967, tuvo mucho éxito con “Al Pie de un Crucifijo,” una triste canción acerca de un hijo rezando por su padre para que vuelva a casa, acentuada por un melancólico acordeón. A la vez, no era raro que temas populares de conjunto llegaran a los mercados latinos en California, Arizona, Florida, e Illinois, pero esta canción arrasó en New York.
“Conjunto es la música de la gente, la música de nuestras raíces—gente que ha vivido y cultivado estas historias,” dice Maldonado. “Muchas de estas canciones son acerca de las dificultades de la vida. Es música que la gente puede sentir, y cuando es alegre, te emborrachas con ella. Terminas un día laboral duro en el campo, y luego zapateas, aplaudes, y te diviertes.”
En la década de los 70s, Maldonado empezó su propio sello discográfico, Del Sur Records. Su estudio de grabación, El Rancho Sound, acogió a varios de los grupos de conjunto en Texas, como también del otro lado de la frontera en Monterrey y Reynosa.
“Música de conjunto y mucho amor, con eso crecimos,” dice el hijo de Pepe, Joe Maldonado Jr. Su casa era una puerta giratoria para músicos, incluyendo a Gilberto Perez y Lydia Mendoza, conocida como “La Alondra de la Frontera”. En 1983, ella grabó su álbum Destino Cruel con Del Sur. “Todos los que eran alguien en el ámbito del conjunto llegaban a la casa en cualquier día determinado,” dice Maldonado Jr.
Pepe y otros artistas de conjunto salieron de gira en las décadas de los 70s y 80s, pero ya para los años 90s, la popularidad del género declinó. La mayor parte de la atención e inversión fue redirigida hacia la música norteña de México, algo que, dice Núñez, se reduce a la naturaleza cíclica de las tendencias musicales, influenciadas por la migración de México al Valle. Con cada vez menos artistas buscando grabar, Pepe cerró el negocio.
Aun así, había una necesidad de un lugar en el Valle donde los músicos locales pudieran tocar. Tras un largo paréntesis de una década, Pepe empezó a reanudar su viejo estudio de grabación, convirtiéndolo en un salón de baile que nombró La Lomita Park.
Abierto en North McAllen en 2000, el parque cobra vida cada domingo. La propiedad fue construida para parecerse a un escenario de una película western antigua. Los invitados pagan $10 en la entrada y los reciben los sonidos de música clásica de conjunto Tejana.
“El primer domingo que abrimos, teníamos quizás cinco personas,” dice Pepe, “Pero semana tras semana empezamos a crecer. Cada domingo se volvió más grande, y ahora tenemos 200 personas entrando.”
Bajo las luces de colores, los invitados de Pepe bailan en el salón al ritmo de conjuntos nuevos y conjuntos veteranos. Personas de todo el mundo sintonizan el espectáculo de esa noche en la transmisión en vivo que el salón de baile transmite por su página de Facebook. En persona, los visitantes han viajado de tan lejos como Chicago y Miami para bailar en La Lomita.
Joe está listo para continuar con el trabajo de su padre. Él no tiene las mismas preocupaciones que tuvo un día acerca del fracaso del género. En todo el Valle, los distritos escolares han incorporado el conjunto en sus planes de estudio. Los jóvenes están redescubriendo la música de sus padres y abuelos.
“Es lo que necesitamos para mantener esta tradición en marcha,” dice Maldonado Jr. “No está falleciendo, está creciendo.”
Los miembros de LFE Conjunto están de pie en el escenario dentro de Texas Best Conjunto Competition en Brownsville este pasado mes de abril, vestidos con camisas de color granate, vaqueros nítidos, botas, y sombreros de vaqueros blancos. Ellos están energizando al público con una versión de Selena Quintanilla, “Tus Desprecios.” Los cantantes dan pasos hacia un lado siguiendo el ritmo cada vez que los dos acordeonistas arrancan con sus melodías. Viéndolos, es difícil no maravillarse ante su juventud. De hecho, son el grupo más joven en la fase de competencia, allí para representar a Los Fresnos Elementary School.
La organización, sin fines de lucro, La Cultura Vive, en Brownsville, ha servido como anfitrión al encuentro anual desde 2016, reuniendo estudiantes para mostrar sus habilidades musicales. Este año, 16 grupos de escuelas de toda la región se registraron para competir. Conjunto Halcón de Los Fresnos High School y Conjunto La Tradición de Palmview High School han participado desde el inicio del concurso, estableciendo el tono como las bandas a vencer.
Bajo el liderazgo del director de banda Juan Longoria Jr., Conjunto Halcón ha ganado múltiples títulos, convirtiéndolos en uno de los grupos estudiantiles más exitosos en el Valle. Un acordeonista galardonado quien se llevó el primer lugar en la competencia del Texas Folklife Festival, “Big Squeeze” en 2007, Longoria lanzó el programa en 2013 con sólo 13 estudiantes y ha crecido hasta llegar a casi 100. Él maneja los grupos de la escuela secundaria varsity y la escuela secundaria menor varsity, además de enseñar una clase con principiantes.
“Estamos en pleno auge,” dice Longoria. “Por todo el Valle, conjunto se ha convertido en algo muy importante. La gente quiere unirse y comenzar sus propios grupos, desde las escuelas secundarias menores hasta las universidades.”
Muchos de sus estudiantes jamás habían tocado un instrumento, pero aprender conjunto los ha conectado con sus padres, y mantenido viva su herencia familiar. No está de más que artistas como Grupo Frontera se han catapultado a la fama mundial, colaborando con Shakira y actuando en el escenario con Bad Bunny.
Mariana y Myrian Larrasquitu, unas gemelas de 18 años, se inscribieron en la clase de conjunto de Longoria en 2022. Mariana se unió como acordeonista, mientras que Myrian se decidió por el bajo sexto. “Siempre quise tocar el bajo sexto porque es lo que mi tío tocaba,” dice Myrian. “Es la música que escuchamos durante toda nuestra infancia.”
Para quienes no las conocen, sus inspiraciones quizá parezcan un poco sorprendentes, pero sus listas de reproducción incluyen todo, desde Ariana Grande hasta Carin León y Ramón Ayala. Esos gustos musicales informan la manera en que Longoria enseña.
“Conjunto es una mezcolanza de música,” dice. “Para mis estudiantes, es una mezcla de cumbias, Tejano, norteño, la música clásica de conjunto, y las canciones regionales mexicanas que son populares en este momento. En Texas, ‘conjunto’ significa algo diferente. Nos gusta ser creativos y crear nuestro propio sonido.”
Mariana and Myrian atribuyen al grupo con ayudarlas a adquirir confianza en sí mismas. Animadas por su madre a unirse, las gemelas han utilizado al Conjunto Halcón para entablar amistades y descubrir sus voces. Después de graduarse de la escuela secundaria, planean integrarse a las bandas de conjunto en su colegio,
“Cualquier oportunidad para seguir actuando en el escenario, la tomaría en un santiamén,” dice Myrian. Mariana está de acuerdo: “Es la forma en que nuestros instrumentos se unen—la emoción que cada uno de nosotros pone en las canciones. Esa química es muy emocionante.”
Cuando está programando los eventos del museo, Patricia mantiene a estudiantes como Mariana y Myrian presente en su mente. Ella quiere crear un ambiente que sirva de puente entre las nuevas generaciones y las generaciones mayores.
“Llevamos 90 años en este género, y sigue siendo fuerte,” dice Patricia. “Algunas personas piensan que la música de conjunto es para la generación de nuestros abuelos, pero cuando ves a estos jóvenes amando este tipo de música, sabes que aún sigue viva.”