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POR KATIE GUTIERREZ

CANCIONES DE REDENCIÓN

NACIDOS EN LA FRONTERA ENTRE TEXAS Y MÉXICO, LOS CORRIDOS HAN DOCUMENTADO TRAGEDIAS, INMORTALIZADO HÉROES Y VÍCTIMAS, Y HAN DICHO LA VERDAD AL PODER POR MAS DE 200 AÑOS.

FOTOGRAFÍAS POR CHRIST CHAVEZ.
Traducido por Julieta Corpus

Mariachi violinista, Anthony Medrano.

CINCUENTA MÚSICOS DEL MARIACHI se reúnen en el estacionamiento de un despacho de abogados en San Antonio. A pesar del fuerte calor de junio, ellos visten el tradicional traje de charro—chaquetas cortas e intricadamente bordadas de gris, negro y rojo; pañuelos de seda anudados al cuello en un lazo limpio; pantalones tachonados con plata decorativa. Los mariachis constan de 11 grupos musicales diferentes e incluyen hombres y mujeres, educadores, estudiantes, y padres. Sus edades oscilan desde los 7 años de edad de Mateo Lopez—el cantante de mariachi más joven del mundo—hasta los 60. Aguardando su turno para abordar el autobús chárter con rumbo oeste hacia Uvalde, ellos cargan con sus trompetas y safoxones, sus violines y guitarras, y angustia.

La semana anterior, el 24 de mayo de 2022, un adolescente armado asesinó a 19 estudiantes de primaria y dos maestros en la Escuela Primaria Robb, mientras que las fuerzas del órden público tardaron unos tortuosos 77 minutos para entrar en el salón de clases y matar al atacante.

Inmediatamente después de la balacera , Cruz Ortiz, un artista de San Antonio, empacó una bolsa de película de 35 milimetros y viajó a Uvalde. “Necesitaba documentar,” dice Ortiz, quien usa materiales impresos, actuación, pintura y cine para abordar temas sociopolíticos en un sur de Texas bilingüe y bicultural. Se unió a experimentados periodistas del crimen, algunos de los cuales ya habian reportado sobre más de 40 balaceras escolares.

A man stands behind a teal metal sign reading

Ortiz afuera de su estudio de impresión en San Antonio.

“Todos decían, ‘Esto es diferente.’ Te diré que es diferente. No importa quién le disparó a quién, la violencia en esta área siempre a estado allí,” dice Ortiz. “Esta área era y sigue siendo tierra indígena. Desde numerosas expediciones españolas, transacciones de apropiación de tierra por Anglotejanos, escaramuzas de la guerra civil, y linchamientos anti-mexicanos, hemos visto esto antes. Conocemos estos sentimientos.”

En casa, Ortiz llamó a su amigo y mariachi violinista, Anthony Medrano, un miembro antiguo de Campanas de América, un mariachi tradicional de 12 integrantes fundado en San Antonio en 1978. Medrano ha actuado con el grupo en la Casa Blanca, y también es coproductor y director de Mariachi USA, un concierto anual en el Hollywood Bowl en Los Angeles que reúne a 18,000 personas.

“No sabía que darles,” Ortiz le dijo a Medrano. “No sé que darme a mí mismo.”

An overhead view of several prints with type and a bottle of ink

Impresiones de “El corrido de los ángeles de Uvalde” de Cruz Ortiz

Una idea se formó mientras los hombres recordaban haber reunido a un grupo de músicos en el estudio de Ortiz para honrar a Vicente Fernández, un ícono de la música mexicana ranchera, luego de que éste falleciera en diciembre 2021. Tomaron tequila, cantaron y compartieron memorias.

“Cuando hicimos eso con Vicente,” Ortiz le dijo a Medrano, “me dió algo de sanación. ¿Podemos llevar algunos mariachis a Uvalde y hacer lo que se hace en momentos como este?”

Medrano comprendió.

“Todos nos ven como la fiesta,” dice Medrano. “Pero como músicos en nuestra cultura celebramos, y muchas veces servimos de consuelo.”

Mientras coordinaban la logística—un llamado a mariachis por Facebook, un punto de encuentro, un autobús chárter—Ortiz compuso un corrido en respuesta a la tragedia. Desde la Guerra de Independencia de México en 1810, el corrido—una canción narrativa influenciada por el romancero épico Español—ha existido en la cultura mexicana como una forma de compartir noticias, conmemorar héroes y batallas, dar voz a la opresión, y desafiar y subvertir a la autoridad. Hoy en día, los corridistas han ganado Grammys. Ellos interpretan sus canciones en los escenarios, en estudios, y desde sus salas de estar en YouTube, obteniendo decenas de millones de vistas.

Junto con la letra de la canción, Ortiz escribió un corrido en un cancionero, impreso a mano, para distribuirlo mientras los mariachis estuvieran actuando. Traducido al español por Medrano— “El corrido de los ángeles de Uvalde”—haría lo que los corridos han hecho desde hace más de 200 años; contar la historia, inmortalizar a las víctimas y héroes, cantar la verdad al poder.

EN ESPAÑOL, “DECIR DE CORRIDO” significa narrar algo sin detenerse, con fluidez y claridad, según Martha I. Chew Sánchez, una profesora de Estudios Caribeños, Latinoamericanos, y autora de Corridos in Migrant Memory. “Una vez que empiezas, no te detienes hasta que terminas, sin interrupciones,” dice ella.

Esto puede ser donde el término ‘corrido’ se originó. El corrido clásico es una canción narrativa con versos regulares de cuatro líneas con ocho sílabas. La canción suele comenzar describiendo el lugar, fecha, y protagonista, y concluye con una despedida, a veces con una moraleja. En el siglo xx el estilo del corrido quedó en el ámbito de la música ranchera, según Elijah Wald, músico y autor de Narcocorrido: A Journey Into the Music of Drugs, Guns, and Guerrillas. La música ranchera incluye mariachi, norteño, en formatos de tríos, cuartetos y bandas, en el acordeón, bajo sexto, y a veces batería y saxofón; duetos, acompañados por guitarras, y frecuentemente, un bajo; un estilo mexicano de la costa oeste acompañado de trompetas, clarinetes, trombón de pistones, tubas, y tambores.

Muchos investigadores piensan que el corrido surgió en la región fronteriza entre Texas y México. De acuerdo a la Asociación Histórica de Texas, el primer corrido fronterizo fué escrito en 1859, sobre Juan Nepomuceno Cortina, un ex soldado en la guerra mexicana quien, en la década después del Tratado de Guadalupe Hidalgo, acusó a un grupo de jueces y abogados de Brownsville de expropiar tierras de mexicanos tejanos que no entendían la ley. El 13 de Julio de 1859, Cortina le disparó a un sheriff de Brownsville, para defender a uno de sus antiguos rancheros, de una brutal golpiza pública. En el otoño, Cortina dirigió a un número estimado de 600 hombres en una rebelión contra los Rangers de Texas y el ejército de los Estados Unidos, la cual inspiró “El corrido de Juan Cortina.”

En la canción, el corridista dice:

Cuanta sangre derramada para defender la tierra
How much blood spilled todefend the land

I

Si no saben respetarnos, vámonos a darles guerra
If they don't know how to respect us, let's go give them war

I

Rinches de todo el estado, decía Juan Cortina, se roban el ganado
Rinches throughout the state, said Juan Cortina, steal the cattle

I

Rinches de la madriguera, decía Juan Cortina, se roban al frontera
Rinches of the burrow, said Juan Cortina, steal the border

I

Si dicen que soy un bandido por defender mi raza, las pruebas yo les pido
If they say that I am a bandit for defending my race, I ask for the proof

“Rinches” se refiere a los Rangers Anglosajones de Texas conocidos por su violencia implacable contra los mexicanos. Los estimados del número de mexicanos asesinados en Texas entre 1910 y 1920 “oscilan desde 300 hasta tantos como varios miles,” dice Mónica Muñoz Martínez, autora de The Injustice Never Leaves You.

Los rinches se convirtieron en un antagonista común en los corridos, cuyos héroes a menudo eran superados en número y en armas. Por ejemplo, “El corrido de Gregorio Cortez,” uno de los corridos más famosos y más estudiados, y el tema del libro del autor de Brownsville, Américo Paredes, With His Pistol in His Hand en 1958. El corrido cuenta la historia de un vaquero quien le disparó a un alguacil en defensa propia el 12 de junio de 1901, y luego se dió a la fuga, cubriendo 100 millas a pie y 400 millas a caballo mientras era perseguido por grupos de hasta 300 hombres. Fué arrestado 10 días después, luego de matar a dos alguaciles más que andaban detras de él, y ser condenado a cadena perpetua.

Académicos creen que el corrido original fué escrito por un guitarrero desconocido, quien lo cantó en cantinas y bares fronterizos cuando Cortez aún seguía prófugo. Esto ejemplifica la naturaleza fluida del corrido y su función como un tipo de editorial de un periódico—difundiendo la voz sobre eventos actuales con una postura muy clara. Un corrido nunca es neutral.

“Es una forma de decirle a la gente, ‘Oigan, esto es lo que sucedió’,” dice Medrano. “A los inmerecidos no se les había dado una voz para discutir la injusticia que padecían. Pero podían escribir una canción sobre ello y enseñársela a todos, y así la historia saldría a la luz, mostrando la lucha.”

Incluso en México, los corridos sobre rebeldes y revolucionarios eran considerados demasiado “sediciosos’ para realmente grabarlos y distribuirlos. Las primeras grabaciones de corridos fueron realizadas en cilindros fonográficos, inventados por Thomas Edison en 1877. Veintisiete años después, el cantante Rafael Herrera Robinson grabó dos corridos famosos sobre los rebeldes, Heraclio Bernal e Ignacio Parra, quienes estuvieron activos durante la dictadura de Porfirio Díaz. Pero la emergente industria discográfica en la Ciudad de México, la cual respondía a las clases gobernantes, rechazó los corridos sobre héroes rebeldes. En cambio, durante la Revolución mexicana, estos corridos fueron impresos. José Guadalupe Posada, conocido como el padre del grabado mexicano, imprimió muchos cancioneros con corridos que luego eran reproducidos y distribuidos en plazas, mercados, y cantinas.

“José Posada probablemente fué uno de los primeros y más influyentes artistas modernos en México,” dice Ortiz, cuya especialidad es el grabado. “Cada mañana, músicos compraban montones de estos corridos, se iban a las esquinas por toda la ciudad, y cantaban el corrido, y vendían cancioneros por un centavo. Y así era como la gente recibía las noticias.”

Otro impacto de la Revolución mexicana fue la migración masiva a los Estados Unidos. El primer censo federal que se realizó en Texas en 1850, contó a 14,000 tejanos de origen mexicano. Para 1930, después de la Revolución, ese número incrementó a 700,000. Pronto, el corrido se convertiría en el tejido conectivo entre las nuevas vidas de los inmigrantes, y a los que dejaron atrás.

A sharply-dressed man in a white cowboy hat stands in front of large bales of hay and a cow's skull

Vaquero Samuel Buentello recuerda encontrarse con los sujetos del corrido “Los Tequileros” hace más de 80 años y aún puede recitar la canción.

EN 1968, UNA BANDA DE JÓVENES HERMANOS nacidos en un ranchito de Mocorito, Sinaloa, tenían la esperanza de cruzar la frontera entre México y Estados Unidos. El muchacho mayor contaba con sólo 14 años. El grupo tenía visas temporales de trabajo para cantar en California, pero cuando un oficial de migración les preguntó cómo se llamaba la banda, no supieron que contestarle. Eran tan jóvenes que el oficial sugirió, “Tigres Pequeños del Norte.” Los muchachos escucharon dicha propuesta, y les gustó. Pero algún día ya no serían pequeños, así que hicieron un ajuste. Hoy, Los Tigres del Norte han grabado mas de 600 canciones, vendido 60 millones de álbumes, y han ganado siete premios Grammy y nueve premios Grammy Latino.

Los Tigres, como son conocidos entre sus fanáticos, incluyen a los hermanos Jorge, Hernán, Eduardo, y Luis Hernández y su primo Oscar Lara. Siendo músicos autodidactas, sus carreras musicales comenzaron cuando su primo José Angulo Lara compró una guitarra para Jorge por 80 pesos con dinero que había ahorrado cosechando tomates y chiles en Culiacán. Los muchachos emigraron a los Estados Unidos para ayudar a mantener a su familia luego de que a su padre le dispararan y lo dejaran paralizado mientras trabajaba como guardia en una cantina.

En California, Art Walker, un distribuidor de música de Manchester, Inglaterra, produjo cuatro discos con Los Tigres empezando en 1969. Pero no hubo ningún éxito. Jorge empezó a trabajar como maestro en una escuela, y los otros hermanos aceptaron trabajo de jardinería. Se sentían descorazonados, frustrados por los contratiempos, extrañando su país. Si la música no funcionaba, decidieron, regresarían a México. Luego, en 1972, Walker presentó la banda al compositor Ángel González, quien tenía una canción que Walker quería que la banda grabara. Era un corrido llamado “Contrabando y Traición”—mejor conocido como “Camelia la Texana.”

La canción cuenta la historia de Emilio Varela y “Camelia la Texana,” de San Antonio, quienes cruzaron desde Tijuana a San Ysidro, California, con los neumáticos de su coche llenos de marihuana. Se reúnen con su contacto en Hollywood y se reparten el dinero entre ellos. Luego, Emilio intenta despedirse de Camelia—va rumbo hacia San Francisco para juntarse con su amante, “la dueña de mi vida,”. Pero Camelia, enamorada de Emilio y ahora rechazada por él, le dispara a Emilio, dejando atrás sólo el arma cuando desaparece con el dinero.

La canción fué un éxito.

“Esa fué una canción inteligente en muchos niveles,” dice Wald. “Simplemente, la calidad cinemática que contiene. Luego tienes a un grupo que es auténticamente mexicano, pero el disco se está produciendo en California y la heroína es de Texas. Y la protagonista, siendo femenina, lo hace una cosa diferente. De repente, es una fantasia, y muy potente.”

La canción partió del corrido tradicional de una manera importante: Era pura ficción. Pero también le sacó rendimiento al ambiente de tráfico de drogas mexicano que iba en aumento en la década de 1970. El contrabando no era un tema nuevo en los corridos. Particularmente en las regiones fronterizas, muchas veces el contrabando era visto como resistencia a las irrazonables restricciones de comercio impuestas por el gobierno. Si no causaba daño a nadie por medio de robo o violencia, escribe George T. Díaz, autor de Border Contraband, no era considerado un crimen moral. Después de todo, la mayoría de los contrabandistas provenían de las áreas rurales, simplemente tratando de alimentar a sus familias.

En la década de 1930, Samuel Buentello era un niño en el Rancho Nuevo del sur de Texas, donde vivía con su familia, y eventualmente, trabajaría como vaquero. Allí, el recuerda, conoció a tres hombres que iban con rumbo a Guerrero, México desde San Diego, Texas. Estaban contrabandeando tequila, y sus nombres eran Silvano, Leandro, y Gerónimo.

“Mi padre manejaba un montón de ganado y muchos vaqueros,” me dice Buentello en español. “Los hombres llegaron tarde al campo y mi padre les dió de cenar. Ellos trajeron tres caballos atados con nudos en sus colas.”

Según Díaz, un empaquetador competente podría acomodar 50 botellas o más protegidas por paja o cordel en un burro o caballo adulto. Buentello entonces no lo sabía, pero los tequileros que había conocido pronto serían emboscados y asesinados por los rinches de Texas cerca de Mirando City, a unas 134 millas de Rancho Nuevo. Su historia está inmortalizada en un corrido llamado “Los tequileros.” La canción narra como Gerónimo y Silvano convencieron a Leandro a que se uniera a ellos aunque, al principio, Leandro se resistió porque estaba enfermo. De acuerdo con la canción, los rinches los emboscaron, y Leandro fue el primero en morir.

“Conforme a la historia local, Leandro no era un contrabandista profesional como los otros hombres, sino un jóven que nunca había contrabandeado o quebrantado la ley,” escribe Díaz. Después de que la esposa de Leandro falleciera, el pensó que podía hacer un poco de dinero extra para criar a sus tres hijos, trabajando con Silvano y Gerónimo.

La voz de Buentello aún se quiebra cuando recita el corrido de memoria, incluso 80 años después. “Al llegar al Río Grande / se pusieron a pensar / es bueno llevar a Leandro / porque somos dos nomás.”

“Si tenían la intención o no,” escribe Díaz, “el contrabandeo de los ‘tequileros’ y sus batallas con las autoridades estadounidenses caían dentro de la tradición de origen mexicano de resistencia al racismo Anglosajón y la incorporación americana. Las acciones de los tequileros, en hecho y en canción, agregaron a la cultura machista de la frontera; y su valor, real o imaginario, está consagrado en la tradición como ejemplificación de masculinidad y honor. Son historia y también leyenda.”

Un año después de que terminara la prohibición en 1933, el primer narcocorrido—un corrido específicamente sobre el contrabando de drogas—fué grabado en San Antonio. Segun Wald, era el primero de su tipo, y lo escribió Juan Gaytán, del dueto Gaytán y Cantú, y se llamó “El contrabandista.” El éxito de Los Tigres en 1972, “Contrabando y Traición,” revitalizó el narcocorrido, generando una canción de respuesta por Esteban “Steve” Jordan, conocido como el Jimi Hendrix del acordeón; así como también una película, una novela, una serie de televisión, y más canciones inspiradas por el personaje de Camelia.

En cierto modo, el narcocorrido es una extensión natural de los corridos clásicos: en lugar de revolucionarios y tiroteos a caballo, son contrabandistas y encuentros violentos con la autoridades estadounidenses. En partes de México, las presentaciones de narcocorridos—incluso sonando en la radio—han sido prohibidas, con grupos como Los Tigres, siendo multados hasta $25,000 por romper la regla. La pregunta sobre si los narcocorridos glorifican el tráfico de drogas o critican sistemas políticos que permiten el tráfico, es un debate contínuo, pero la sensibilidad del subgénero criminal tiene un atractivo indiscutible para audiencias más jóvenes. En la última década, el estilo ha evolucionado para incluir trap corridos, hood corridos, y más. Y los corridistas de hoy en día ya no esperan para grabar y lanzar álbumes.

“Los corridos populares, en estos días, todo eso está sucediendo electrónicamente,” dice Wald. “Y son increíblemente populares [en YouTube].”

YouTube también ha revivido la tradición del corrido noticiero, el cual, en gran parte, ya se había extinguido. “Cuando Chapo Guzmán se escapó de la prisión en México [en 2015], en 48 horas ya habían probablemente 20 corridos en YouTube,” dice Wald. “Hay corridos sobre la imigración, sobre gente ahogándose en el Río Grande, que están recibiendo cerca de 50 millones de vistas.”

En 2019, el corrido “El llanto de El Paso” se volvió viral luego de que un supremacista blanco armado viajara a El Paso y abriera fuego en un Walmart, matando a 23, e hiriendo a 22, en uno de los ataques más mortíferos contra Latinos en la historia moderna de los Estados Unidos.

Josué Rodríguez, un aspirante a músico en ese entonces, escribió un corrido durante una noche de dolor y angustia. Tres días después del ataque, con el apoyo de su padre, lo presentó en el lugar del suceso como altar de condolencia, con su primo Israel Cuevas, quien entonces tenía 17 años, y un músico del guitarrón a quien conocieron ese día, llamado Alejandro Ramos.

Tres años más tarde, Uvalde.

“Aquí es donde estamos,” dice Ortiz. “Son nuestros hijos los que están siendo masacrados en las escuelas, y nuestra gente la que está siendo masacrada en Walmart. Estas son las masacres actuales; y de alguna forma, el corrido está siendo utilizado exactamente como siempre ha sido utilizado.”

A man plays a rich wooden guitar in front of other performers and brightly-colored papel pacado flags

Ganador del premio Grammy, violinista mariachi Juan Ortiz tocando para amigos y familia en San Antonio.

CUANDO EL AUTOBÚS SE ACERCABA A LA PLAZA DE UVALDE en junio 2022, los músicos del mariachi vieron las 21 cruces alrededor de la fuente central. Los altares de condolencia para los 19 niños y dos maestras, además del esposo de una de las maestras quien murió de un paro cardiáco dos días después de la balacera, estaban llenos de flores, animales de peluche, fotos, y notas. Medrano, el líder no oficial del grupo, se puso de pie.

“Estamos allí cuando nacen,” Medrano dijo a los músicos. “Estamos allí cuando llegan a la adolescencia. Estamos allí cuando se casan. Y estamos allí cuando mueren.”

El músico mariachi, ganador del premio Grammy, Juan Ortiz, estaba llorando al estarlos guiando en oración.

Mientras la docena de cantantes del mariachi se reunían en la plaza del pueblo, entonando canciones familiares y consolatorias como “Amazing Grace,” “Un día a la vez,” y “Amor eterno,” Cruz Ortiz distribuyó 400 cancioneros con la letra de “El corrido de los ángeles de Uvalde.” El corrido empieza con la fecha de la balacera, y cuenta la historia de ese día—incluyendo el heroísmo de los padres, los que rompieron la barrera policiáca, para rescatar a sus hijos, y la inacción de la policía durante esos tenebrosos 77 minutos.

Sin embargo, ellos no cantaron el corrido. “Se trataba de sanación,” dice Medrano. “Nosotros no queríamos fomentar más ira dentro de ese espacio.”

De vuelta a casa, Medrano y Juan Ortiz emprendieron la tarea de ponerle música al corrido, junto con el ganador del premio Grammy al mejor ingeniero de sonido, Gilbert Velasquez, y el acordeonista ganador del premio Grammy, David Lee Garza. No hubo discusión sobre dinero, pero Medrano reunió un pequeño presupuesto “para compensar la gasolina, por lo menos—algo,” dice él. “Pero todo fué una obra de amor. Una obra de sentimientos.”

Cuando grabaron el corrido, Medrano realizó un video simple y lo subió a YouTube, donde allí vive hoy en día. Con 1,600 vistas, está lejos de las sensaciones virales de los corridos comerciales, pero para Medrano eso está bien.

“Está allá afuera,” dice él. “Está ahí para referencia. Está ahí como un recordatorio.”

Legado Lírico

Dónde sumergirte en la historia viva de los corridos

Guadalupe Cultural Arts Center, San Antonio
Para aprender mas sobre el papel que jugaron los corridos en el orgullo comunitario y resistencia durante la Revolución Mexicana, la exposición móvil Life and Death on the Border (1910-1920). La institución sin fines de lucro Refusing to Forget está trayendo la exposición a Guadalupe Cultural Arts Center en San Antonio desde Oct. 6 hasta mediados de enero 2024. refusingtoforget.org

Bullock Texas State History Museum, Austin (Online)
La porción de Música Tejana de la exposición, Life and Death on the Border, también tiene una línea de tiempo interactiva con cinco grabaciones de estudio de corridos de entre 1934 y 2007 en el sitio web de Bullock Museum. thestoryoftexas.com ­
—Aleena Acosta

A mural of a young woman on a purple background with a white banner reading

Un mural en la Escuela Primaria Robb de Nevaeh Alyssa Bravo, una de las víctimas de la balacera

ESTE JUNIO, CRUZ ORTIZ, su hijo Joaquin, Medrano, y los músicos del mariachi Roland San Miguel, Richard Carranza, Marcoz Basaldua, Joe Gonzalez, y Alejandro San Miguel, regresaron a la plaza del pueblo de Uvalde.

La fuente ha sido drenada y la han vuelto a pintar de un azul brillante, y los 22 altares de condolencia a su alrededor, son distintos ahora. Hay juguetes de Spider-Man para Uziyah Garcia y un estante color lavanda hecho a mano para Amerie Jo Garza, firmado y dedicado para ella por su padre, Angel Garza. La gente se reúne en US 90 y South Getty Street sosteniendo banderas color naranja que llevan el mensaje “Uvalde Strong” y “21.” La familia y amigos de los niños llevan camisetas con sus nombres y fotos, alas de angel brotando detrás de hombros finos. Un hombre sostiene un cartel demandando contabilidad. El dolor de la comunidad se siente denso e impenetrable como el calor de una primavera tardía.

Cruz Ortiz está listo con más cancioneros de “El corrido de los ángeles de Uvalde.” Ha pasado el ultimo año usando una serigrafía móvil con energía solar a la que llama ‘Pepito de Takuache’ para realizar demonstraciones en vivo de serigrafía para políticos y grupos activistas. Ha viajado a seis ciudades con la activista laboral Dolores Huerta y con Beto O’Rourke. En South by Southwest, el imprimió y distribuyó “El corrido de los ángeles de Uvalde” y otro corrido que escribió, “El corrido de los 53,” acerca de 53 inmigrantes que fueron encontrados muertos dentro de un remolque en San Antonio el 27 de junio del 2022.

“Ya es hora de tener las conversaciones difíciles,” dice Cruz.

Mientras los mariachis tocan “Te vas ángel mío,” “Amazing Grace,” y “Amor eterno,” Cruz Ortiz y Joaquin distribuyen los cancioneros con el corrido.

“Las palabras en esa canción constituyen un hecho histórico,” dice Medrano. “Esto no es solamente un evento anual para honrar a todos. Esto es para recordarles a todos. Recordarles lo que sucedió y por qué sucedió y que no debería haber sucedido.”

Mientras que los padres en todo el estado de Texas celebran los últimos días escolares de sus hijos, Medrano pasa tiempo en cada altar de condolencia. No siente que sea suficiente. Las familias no tienen cierre emocional. Sus hijos jamás regresarán. El tiempo avanza con paso firme. En esa insistente progresión, el corrido es un marcador, un grito en la oscuridad, una forma de dar testimonio. Aquí vivímos.

A closeup image of a shrine including an American flag, jewelry, a star, and photographs

El altar de condolencia para Amerie Jo Garza

A view of the numerous shrines on display in a town square setting beneath green trees and blue sky

Los 22 altares de condolencia en la Plaza de Uvalde

From the September 2023 issue

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